Juntos pero no amontonados

La Revoluta (1998-2008)

Novela campera escrita por Diego Fonseca. Tuvo breve vida y jamás vio luz alguna, como el país que la inspiró. Escrita y terminada con Brasil en pleno incendio real y Argentina librada a su suerte, su destino no podía sino estar a bordo del mismo crucero bananero.

Argentina halló el iceberg que le perforó la ausente línea de flotación convertible en 2001. “La Revoluta” se embarcó con su autor rumbo a México y se alojó en una poco confortable clandestinidad: ser leída en privado por amigos y aduladores.

Entonces, sin más, murió. Su autor la halló un día ajada exhalando su última bocanada de aire. “Por lo que más quiera, por favor, publicame”, dijo y se desparramó por el piso. Tomó cinco horas poner su cuerpo en orden (o sea, acomodar los papeles) y menos de un día velarla.

El autor cumplió: está haciendo pública su promesa y amor por la revolución. El funeral en internet de “La Revoluta” comenzó el 26 de junio de 2008. Fonseca, el escribidor, tenía el duelo elaborado para este deceso público. “Fueron años de verla languidecer”, dice. “Pero es mejor así: la realidad es peor que ella”.

Los restos de la occisa se velan aquí cada semana. El responso final se asume etéreo —aunque ella pidió cremación.

Deudos acompañan a la mártir. Invitados y dolientes dejan comentarios.

“Si no nos unía el amor, al menos peguémonos de espanto”, dice el creador, robando sin descaro, con un triple de miga en la boca.


Piquetero VIP

Que el bombo no te arruine la Lacoste

Previo a ceder su lugar a “La Revoluta”, el blog Piquetero VIP nació para ser el depositario de las historias de Egoland, un país rico en llanuras donde se tira una semilla y crece de todo, menos ideas buenas y algún sentido de la estabilidad.

En esa tierra de adolescentes en fiesta permanente, nadie piensa en madurar. Sus habitantes postergan tan temeraria idea para cuando estén viejos y achacosos y ya no puedan entrar a las discos, quede mal decir “vieja” y “fierita” o hacer paros dos días por semana. Y a veces, ni eso.

El ridículo está escrito en el ADN de Egoland. Lo inverosímil, que puede superar todo disparate imaginable, es corriente como una necesidad fisiológica. Las historias del llamado País Petiso —chiquito, retobado y agrandado— cuentan con la participación necesaria de su Prima Donna, Lady Botox. La secundan sus cancerberos reales, Las Camisas Negras De Elías, y prestan inestimable colaboración Los Gordos, BJ MoyAss, El Primer Cónsul Nesta Nestorum, el Partido Perdonista y cuarenta millones de actores secundarios, entre otros seres menores.

La decadencia terrenal de Egoland no puede estar completa sin José Ingenieros Industriales, Piquetero VIP, los Terratenientes Minifundistas, El Extranjero y José Súper Soja, un héroe desgraciado.

¿Próximo debut? A mí no me miren.

׀LEER׀

 
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